miércoles, 3 de febrero de 2016
Es el cerebro el que se enamora
"Es el cerebro el que se enamora y nunca, pero nunca jamás lo hace el corazón. Sin embargo, si se trata de buscar un culpable quien paga siempre es el más débil, aquel que portamos en el pecho y nos inspira a escribir poesías. Mas, en honor a la verdad insisto, que quien piensa, siente y actúa es siempre el mismo cerebro ya que el pobre corazón solo bombea sangre al cuerpo, no piensa, no siente, no actúa. No sonará poético decirle a una persona que la amas con todo tu cerebro y además San Valentín perdería su encanto si en lugar de corazones regalaramos chocolates o tarjetas en forma de masa celebral. Pero en la verdad prefiero un amor que razone, ame y actúe movido por el AMOR (Dios), que sea capaz de verme tal y como soy, que valore el don que Dios ha puesto en mí y ser capaz de donarme yo en la misma medida. Cuando un amor es alimentado solo por un impulso es pasajero. Pero si en él habita la Presencia de Dios, se cultiva la verdadera amistad entonces podemos decir que estamos aprendiendo a AMAR y eso vale la ALEGRÍA aún en medio de la prueba y de las lágrimas." Esther Rovega, Dios en la pareja
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